El dolor es más fuerte entre los más
fuertes. Como el cáncer.
Antonio
Gala
La palabra cáncer ha estado presente en mi
familia, tanto que he aprendido a verla o sentirla desde varias aristas; Paula,
hermana de mi madre fue diagnosticada con cáncer de seno y créanme que he visto
un Sol ocultarse en plena maravilla del día; ahora tengo recuerdos agobiantes,
pero también tiernos instantes en donde su mirada no dejó de ser para mí una de
las estrellas más refulgentes de mi andar. Si les contará todo lo que ella
creía en mí, en verdad pensarían que invento, así que lo dejaré para otro
momento.
Un poco después a Araceli,
mi madre, cuando vivía en Estados Unidos le dijeron que tenía cáncer de seno y
que no había vuelta de hoja, así que después de un sinfín de quimioterapias y
radiaciones volvió a México con el único afán de ver a mi hijo Edwin, ya ven lo
que dicen, lo nietos provocan un amor infinito. Llegó a mi casa y el tiempo se
había trastornado: ella, mi madre, era la hija y yo, la hija, era en un dos por
tres la madre. Por la mañana tenía que salir a trabajar y dejaba su comida (con
medidas indicadas por el doctor) para que ella se sintiera tranquila, y saben,
en aquel momento lo venció. En este 2019 le volvieron a dar la noticia: regreso
el Cáncer.
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Alfonsina Storni
Octubre es el mes en que se trata de sensibilizar
sobre el cáncer de mama en todo el mundo. La idea de esta campaña, que
atestiguamos apenas hace unas cuantas semanas, es aumentar la atención a la
prevención, la detección precoz, el tratamiento y los cuidados alternativos aunque
debo comentar que no me gusta el color rosa de la campaña porque lo asocio a un
mandato cultural (rosa para las mujeres y azul para los hombres) con el que
hemos estado luchando para eliminar los estigmas.
Cuando a mi madre le
dijeron por segunda vez que tenía cáncer, me ha dado una gran lección:
Blanquita no deseo por nada más tratamientos invasivos, quiero sentirme
tranquila, he amado y he sido amada, he visto crecer a mis hijos y a mis
nietos; así que estoy en paz. Desde ese entonces ella se procura con medicina
alternativa -alguna que ni siquiera había yo escuchado-. Es terrible verle
recostada, con su carita de niña y su cabellito corto, pero sé que no es tiempo
para llorar sino para que le brinde fuerza y acabo siempre hablándole como si
fuera mi pequeña de cinco años. Pero no saben cómo quiero a mi chaparrita, a mi
Yaque, a mi Madreselva.
Se hace campaña en torno
al cáncer de mama, pero ¿se han dado cuenta que muchos de los que amamos o
respetamos en nuestra vida o en nuestra pasión literaria han fallecido de este
padecimiento? Los conocimientos actuales sobre las causas de todo tipo de cáncer
son insuficientes, lo que es una realidad es que la detección a tiempo (esta se
logra con los chequeos continuos) seguirá siendo la piedra angular de la lucha
contra esta enfermedad o puedo decir palabra porque éstas conllevan una carga
emocional infinita.
Según la mitología, lo que generalmente
causa el cáncer es la represión constante de un sentimiento.
Susan Sontag
La enfermedad siempre ha estado presente la
literatura, vayámonos al túnel del tiempo y pensemos en las plagas, las pestes,
en la tuberculosis, sífilis, VIH o el cáncer; cada periodo histórico ha tenido sus
propios padecimientos, por ello se narra, por eso se externa y en todos los
géneros literarios encontramos este binomio de enfermedad y literatura. Esta sociedad
que habitamos parece no estar prevenida para la dolencia, estamos sí queriendo
retrasar la vejez, la fealdad y hasta la muerte, ese culto occidentalista del
ser bello en forma eterna (aun cuando sabemos que la belleza es subjetiva). Tenemos
atiborrados los centros de deporte (más por moda que por salud) donde se
consumen en muchos casos sustancias más dañinas, hemos buscado alejar a la
enfermedad y eso no es malo, lo terrible es ignorarla y colocamos una pantalla
que la evite. Por ello, dejamos fuera de nuestras ciudades a los hospitales,
los cementerios y se miran de manera extraña las casas de tanatología, sí, esos
espacios donde nos enseñan a convivir con la palabra muerte o pérdida.
…escribir el dolor
para proyectarlo
para actuar sobre él con la palabra.
Chantal Maillard
La enfermedad en general, no solo el cáncer,
produce dolor. Y es el dolor una experiencia de la que tratamos de huir, porque
no se trata sólo del espacio de nuestro cuerpo, hay ese otro dolor que se mete en
las venas, al espíritu o a la memoria. Se escribe desde ahí, desde el dolor del
cuerpo, desde el cuerpo de aquellos que están sanos, pero acompañan la dolencia.
Hoy escribo por mi madre Araceli, por Paula mi tía, pero también pienso en María
Luisa Puga, en Elena Garro, Alfonsina Storni, Wislawa Szymborska, Lula Carson
McCullers, Clarice Lispector y Susan Sontag; sé que hay más escritoras que han
fallecido a causa del cáncer, sé que otras siguen luchando, pero por ellas y
por nosotras cuidémonos, encontremos nuestro propio refugio en nuestro pecho.
Recomendamos:
Olga Muñoz Carrasco. (2016). Cráter, danza. España: Calambur.
David Rieff. (2008). Un mar de muerte. México: Debate.
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