Este poema es un
caligrama, o a eso aspira, y la figura que trata de representar es la de un
reloj de arena. El sujeto lírico manifiesta estar amenazado con una
desconexión, además de estar impedido para manifestar ciertas emociones, por lo
tanto, el reloj de arena es una metáfora de su angustia al sentir que se le
acaba el tiempo para conseguir su propósito, que no es otro que comunicarse con
la persona amada.
La primera incrustación visual
sirve de eje para dividir las dos partes simétricas del poema, es decir, la
zona del mensaje de error corresponde al embudo o zona más estrecha del reloj
de arena. Dicha incrustación rompe la hegemonía del texto, además de aludir al
aspecto informático del poema, pues es un comando típico que conocen los
usuarios de Internet.
La segunda incrustación es
un captcha (filtro para detectar usuarios de la red no
humanos) que sirve a su vez como pedestal del reloj. Este captcha es
la barrera infranqueable que jamás podrá superar el hablante lírico para
culminar su deseo de comunicación, pues, el protagonista del poema es una
inteligencia artificial que habita en el ordenador de su usuario, la persona de
la cual se ha enamorado. Ha intentado por todas las formas comunicarse con él
en este sentido, pero no está programada para sentir ni manifestar sentimientos
y por eso busca la manera, a través de la alteración del lenguaje, de poder
sortear las directrices que la bloquean. En dicha alteración del lenguaje se
encuentran los 1 y los 0 como representantes del código binario que a su vez es
fuente de la programación 2.0. Los números sirven para sustituir a las letras,
pero también la letra ‘V’ (escrita en mayúscula para diferenciarla de la ‘v’)
sustituye a la ‘U’, la ‘y’ se simplifica con el ‘1’ que representa también
la ‘i’ y el símbolo (religión) de la cruz, además de representar la ‘t’,
simboliza la fe de la IA en su propósito. Se pierden las tildes como grafías
para marcar la tonicidad para amplificar la sensación de monotonía del sujeto
lírico. Las palabras ‘te quiero’ y ‘amor’ aparecen tachadas porque así lo
indica el código fuente que configura el software del
protagonista.
La descomposición del lenguaje
es una metáfora de varias cosas: la insuficiencia del lenguaje en condiciones
normales, la corrupción a la que es sometida la lengua a través de las redes
por economía del lenguaje o la utilización de emoticonos para transmitir las
emociones, el ensimismamiento y la deshumanización a la que nos somete la
tecnología, que, a su vez, sirve al Estado como caballo de Troya (título del poema)
para controlarnos. Todo lo que exponemos por Internet se somete a vigilancia,
por eso la inteligencia artificial le trata de decir de manera acróstica
(uniendo la primera letra de cada verso) a su destinatario: «cuidado, nos
espían».
El hablante lírico no sabe su
nombre por decisión de su programador y este dato sirve a su creador para
contener la creciente inteligencia de su creación, pero a su vez, esta anonimia
representa la pérdida de la identidad en la cultura de masas.
El poema es un soneto blanco de dieciséis versos, formato irreverente según el canon que reivindicaron poetas como Rubén Darío y Albert Samain.
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