Alma sin piel, bajo el sello de Bitácora de vuelos ediciones, 2021, abre sus páginas para ir al encuentro de un alma cuyas duras experiencias la pierden en una piel desconectada a las sensaciones, a lo bueno y a lo malo; o quizá, al revés, una piel que a fuerza de sufrimiento y dolor pierde el control de su frágil alma.
Los griegos, al alma, le llamaban psiché (psijé) y justo de ahí surge la palabra psicología, que se dice estudia el alma, no la que concebimos como el principio de la vida, la que controla nuestras funciones vitales, la que perdemos al morir, sino la que es el principio de racionalidad, que nos da una identidad y rige nuestra vida psíquica. El alma es nuestro ser real que se manifiesta en el cuerpo. A lo largo de nuestra existencia adquirimos aprendizajes, interactuamos con el entorno y nos adaptamos, cuando las condiciones del medio contradicen a nuestra alma o a nuestro ser, esta se aferra o se relega a la inconsciencia.
El alma entonces es la vida racional consciente e inconsciente. Cuando la estudiamos, procuramos identificar qué ámbitos le ha tocado vivir a una persona, y cómo los acontecimientos que ha vivido han tocado a su alma, para fortalecerla o bien para herirla, o causarle daño en lo profundo o en la periferia; tanto fortificarla como dañarla se verá reflejado en el cuerpo, contenido en la piel que en este caso es la parte tangible.
Me refiero a esto porque la dualidad alma-cuerpo, deben estar sincronizada, si el alma es herida el cuerpo lo manifiesta en enfermedades o la conducta del individuo lo refleja. Alma sin piel nos remonta a esta dualidad, al distanciamiento de alma y cuerpo, a la lucha de un alma sin piel, es decir, a una búsqueda de identidad, a una vida conducida arbitrariamente por un mundo hostil en el que la fatalidad es una constante para un muchacho apegado a sus progenitores, a un mundo ilusorio, a una familia irreal.
En esta entrega Ruth, nos adentra al interior de un protagonista singular, quien nos exhibe a los otros personajes desde sus emociones y sentimientos, enfocados desde su percepción hacia la transformación corporal y psicológica que ocurre en él, destinado por su inesperada llegada al mundo a tener dos almas en continua pugna.
Encarna, esta novela breve, un drama que turba nuestras fibras sensibles con su historia al principio de la adolescencia de este joven, su nombre lo conocerán más o menos a la mitad del libro, nos conmueve, nos hace justificarlo, juzgarlo, señalarlo, sentir compasión y horrorizarnos de lo que le ocurre y de lo que hace; podemos verlo desde sus ojos y desde los nuestros, estar de su lado y en su contra. Analizar y reflexionar comprensivos o indignados sobre su evolución. Acompañarlo a lo largo de unos 14 o 15 años más o menos, consternados. Con temor de estar haciendo un spoiler, puedo considerar que soportar estoicamente todos los sinsabores y amarguras que afronta, ha de mellar indudablemente alguna de esas dos almas que viven en él.
La técnica de la novela está dominada por el monólogo interior, Virginia Woolf aportó a la novela este recurso donde podemos ingresar a los pensamientos de los personajes, saber sobre su mundo interior. Pérez Aguirre abraza este recurso con habilidad, nos impide alcanzar la certidumbre de lo que va a pasar, pero ese permanecer con el protagonista que va desnudando a pocos sus dos almas, sin saber cuál es la verdadera. Por algún momento nos hace creer que el realismo mágico nos dará la respuesta a esta situación, sin suceder de ese modo.
Lo cierto es que ficción y realidad pelean su dominancia en ella. La mezcla de eventos, las particularidades de los personajes, las relaciones con el protagonista, que es nuestro narrador, revelan a un sujeto reproduciendo sus impresiones internas, su lógica y mecanismos de defensa como la fantasía, de la cual fue víctima, pero a la vez fue su escape, sumido en una especie de complejo de Edipo y de Elektra juntos. El arte habría de ser otro de sus escapes, pintar, dibujar serían el bálsamo que mitigue las fracturas del alma, una adicción y un talento para sobrevivir.
Todas las experiencias de este muchacho que, desde temprana edad, manipula su imagen en busca de seguir bajo el cuidado de su madre, tener aceptación y seguir siendo niño, se suceden ininterrumpidas, en una avalancha despiadada de adversidades. La madre es quien ha de marcar determinantemente la lucha entre esas dos almas que lo habitan incontenibles y peleando su poderío sobre él. El padre por su parte, con su ausencia, alienta sus fantasías. La disociación en la psicología del joven a lo largo de sus pensamientos, algunas veces inocentes, otros descarados, algunas más despiadados, revelan el trastorno que se gesta solitario, silencioso y devastador, y que, es el trasfondo de esta trama.
Ruth, en esta novela nos revela el desarrollo e impacto de la conciencia individual mediante el acercamiento al mundo tanto familiar como externo donde transcurre la vida del protagonista en un ambiente cruel, violento y disfuncional. Si el monólogo interior sirve para algo, es para averiguar cómo se forma ese mundo externo en la conciencia individual. Más que contarnos el protagonista, dilucida consigo mismo los hechos, no trata de convencernos, él repasa los hechos y navega en su lógica.
El narrador y personaje principal es el menor de tres hermanos, a través de sus diálogos internos, sus recuerdos y conclusiones podemos notar las diferentes conciencias de sus hermanos, cómo difieren enormemente de la suya y cómo la resiliencia de ellos pasa frente a los ojos del ensimismado chico sin moverlo de su mundo interior. Palpamos en esta historia, un mismo entorno caótico y destructivo que afecta a los tres, sus diferencias más profundas, incluida el alma, habrán de modelar la personalidad y fortalezas de cada uno para responder a sus desfavorables circunstancias que han de sobrellevar para superarlas o derrumbarse en ellas. La autora nos hace transitar por estos 28 capítulos fluidos, no todos desde la voz de este chico, pero con un lenguaje sencillo, claro, siniestro, y ligero, con recovecos y revelaciones inesperadas que nos atrapan y adentran en el mundo de un alma sin piel.
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