POESÍA Selección poética **Quizás ya llegué a la cima de mi ruta, y sólo queda plantar un pie después del otro || David Granados


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Pareciera una obviedad
plantar un pie después del otro,
sentarme en la orilla de la cama y extender
los brazos simulando una victoria.
Pero no estoy subiendo sudoroso una escalera en Filadelfia.
No se oye la guitarra sucia de Eye of tiger,
no tengo frente a mí la pelea del siglo.
 
Lo que sí tengo es un lavabo y un espejo.
Un cepillo y la pasta de dientes,
el café previo al desayuno.
Una lista de reuniones por cancelar.
 
Quisiera tener la memoria del poema.
Su arrojo al saber que duele más lo que se olvida.
Pero el día transcurre y se despoja
de todo intento de escritura.
 
Quizás ya llegué a la cima de mi ruta,
y sólo queda plantar un pie después del otro,
sentarme a la orilla de la cama.
Extender los brazos y simular cada día una victoria
como aquel que encuentra tan sólo
el monumento gastado de su nombre
al final de una escalera.
 
 
ESTRABISMO
 
Tengo estrabismo como mi padre.
Me esfuerzo en disimularlo pero las fotografías no mienten.
Tendré que probar con cirugía
o algún día dejaré de conducir.
Igual que él, no le he dado la importancia que se requiere.
He postergado la compra de nuevos lentes.
Fallo en reconocer los rostros a cierta distancia.
Me he acostumbrado a bajar las escaleras con cuidado,
a no conducir a más de 60 o 70 kilómetros por hora.
Los subtítulos se difuminan,
me es difícil enfocarlos en la sala de cine.
No así mis lecturas.
Contrario a su naturaleza, el poema se muestra nítido,
se presenta claro como una advertencia,
igual que un semáforo en rojo en medio de la noche.
 
Mi padre murió a los 55 años.
Su estrabismo no fue un impedimento para ejercer su trabajo.
Manejaba con una habilidad indiscutible
el torno, la fresa, las pinzas, las herramientas de precisión.
Nunca dejó de conducir, y salió bien librado de algunos accidentes.
Tenía el hábito del corto alcance.
De no pensar más allá de pasado mañana.
 
Quizás tengo más cosas en común con él.
Hoy saqué del librero la antología de Sabines que le pertenecía.
En dos meses cumpliré 48 años
y todavía no he sacado cita para mis lentes.
 
 
EVOCACIÓN AL SALIR DEL RESTAURANTE
 
Digamos que he aprendido a contemplarte a la distancia.
Mientras caminamos rumbo al auto
y dejamos atrás el mismo restaurante de los martes,
adivino tus gestos,
tu movimiento de cejas y esa forma de tocarte el rostro
cuando tienes sueño.
Quizá sea mi oficio, la imperfección de mis nostalgias
o mi colección de despedidas,
pero he desarrollado la destreza de evocarte
como un sueño interrumpido
o una derrota anticipada,
de ir un paso atrás cuando caminamos rumbo al auto
y dejamos atrás el mismo restaurante de los martes,
con su reciente remodelación y su aumento significativo
de clientes y de precios,
con sus nuevos murales y variedad de tragos.
¿Será que ya no es el mismo restaurante?
—Lo pienso mientras enciendo el auto—
Tal vez ahí puede haber un poema,
encerrado en el mismo sitio que ahora luce diferente,
en esta ciudad de grandes edificios,
con su geografía de hastíos y arrebatos.
O quizá se encuentra aquí, en el vacío que dejarás
en el asiento del copiloto cuando llegues a casa
y yo me quede en el coche
                                                                       descifrando
la impaciencia de este instante.
 
 
GENES(IS)
 
                                                                                                          A David Granados, el Ruso
 
 
He de reconocer que te aprendí algunas cosas.
Por ejemplo:
que no se puede huir
sin descuidar alguno de nuestros órganos.
Que la noche no se cansa de buscar nuestros defectos.
 
Te aprendí algunos trucos
hasta convertirme en un mal trazo de tu mano.
 
Que siempre hay algo por reparar en casa,
una tubería
un enchufe
alguna llave
una grieta que incomode a la vista.
 
Que el poema surge en el polvo de los retratos
 
Y al contemplar
aquella grieta que delinea tu nombre,
las tuberías
los enchufes
las goteras de la casa
me incomodan estas horas,
así como incomoda mi rostro sumergido
frente al espejo ennegrecido del recuerdo.

Foto de Suzy Hazelwood, en Pexels

DAVID GRANADOS (Monterrey, Nuevo León, 1974). Escritor emergente. Ha sido publicado en dos ocasiones por la Editorial Canto del Libro. Sus poemas y cuentos han sido publicados en diversos sitios online. En junio del 2022 ganó el primer lugar en la primera edición del Concurso Estatal de Poesía Arturo Mariño, organizado por el poeta y maestro, Eligio Coronado. Vive en Monterrey, Nuevo León, y tiene una librería online llamada “Funámbulo”.

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