I
Entre los poetas hay quienes que auscultan el futuro con una mirada que puede ser esperanzadora, pesimista o desgarradora: su escritura busca ser una predicción. Otros más se vuelcan hacia el pasado, exploran el trascurrir del tiempo como una nostalgia evocativa que se convierte en una poética. También hay poetas que destacan por una mirada que indaga en el presente. Su apuesta, en estos casos, es entender su lugar en el mundo, afrontarlo con valentía, desde el ahora. Cercana lejanía (Autarca Ediciones, 2022) de Carlos Gómez Carro es un ejemplo de esta poesía situada en el presente. El tiempo es uno de los cimientos de su arquitectura verbal. Una prueba de ello son las palabras que se repiten con insistencia en los poemas que integran este volumen: “Memoria”, “presente”, “historia”... Estas palabras no sólo conforman una serie de núcleos temáticos que se entrelazan entre sí, sino que reclaman la mirada del poeta, pues perfilan una de las inquietudes medulares de este libro: el “ahora” como una suerte de filosofía personal e intuitiva.
Cercana lejanía no es un libro que tenga como sustento la reminiscencia de los tiempos pretéritos, tampoco uno cuya búsqueda sea el porvenir, sino que asume el presente como el “fluir” y el “permanecer” de la vida, pues a decir del Gómez Carro, “El presente es el perpetuo orgasmo de la historia”. Se trata de un instante, único e irrepetible, aun cuando se construye del pasado, aun cuando se proyecte hacia el futuro. Es todo lo que tenemos, de ahí su perpetuidad, pues, como afirma el poeta: “todo es, ahora, en su redonda plenitud”.
Estamos ante un escritor que manifiesta en todo momento un sentido crítico de la existencia. Sus poemas adquieren un tono meditativo en el que la emoción y la sensibilidad acompañan las reflexiones de un hombre que cuestiona su realidad. Un libro de aristas y de recovecos, de preguntas más que de respuestas. Una obra que nos invita a cuestionar el lugar que ocupamos en ese ahora permanente. Una de las virtudes de Cercana lejanía es esa capacidad para cuestionarse a sí mismo, sin autocomplacencias. Por ello, la pregunta sobre la naturaleza de la poesía no pasa inadvertida; al contrario: se asoma en varios momentos para ponderar la actividad de la escritura, así como sus implicaciones. En el “Poema infrarrealista”, por ejemplo, se lanza contra las imposturas del arte, tan comunes en este medio:
El arte es el camuflaje del arte:
cuadros que simulan profundidad,
películas que simulan hondura
en perspectiva.
Versos que simulan ser versos.
El arte, nos dice Gómez Carro, es engañoso: no se encuentra en los productos que solemos asociar con las actividades artísticas (cuadros, películas, poemas). El adjetivo “infrarrealista” de este poema se debe, con mucha probabilidad, a la declaración de principios del grupo setentero, en especial al Manifiesto Infrarrealista de Mario Santiago Papasquiaro, con el que establece un diálogo constante. Para Gómez Carro, “El arte no está en el arte”, sino que habita otras expresiones, otros gestos:
Es, quizá, lo que muere entre las manos,
en el inefable deshuesadero del tiempo.
La poesía es entonces un canto de vitalismo, un recordatorio de la importancia del aquí y del “ahora”. En otro poema, “Vívida apariencia”, ofrece algunas pistas necesarias para adentrarse a lo que el poeta entiende por “poesía”:
La poesía es una apariencia
en la que el poema parece tocarla
por momentos
antes de desvanecerse entre sus notas.
La poesía no son las palabras
sino el eco que las urde.
El poema es entonces el eco de una “vívida apariencia”, lo que nos queda de algo trascendental que apenas alcanzamos a entrever. El poema:
es de la poesía su sombra,
su símil, su analogía percutiente.
El poema es la sombra de la poesía, pero también —quizá más importante— es una de las pocas cosas que no nos decepcionan. Nos desgarra por dentro, como el pez que se engancha al anzuelo, y nos obliga a entregarnos a una agonía sin fondo y sin forma. Una agonía que es a un tiempo incertidumbre y revelación. El presente es una perpetuidad y la poesía es el momento que le da sentido a la existencia.
II
Cercana lejanía se divide en dos secciones: “Luz de fondo oscuro” y “Lejana cercanía”. En la primera de estas secciones, los poemas tienden a la impersonalidad. En esta parte es notoria la enunciación en tercera persona, una estrategia con la que el poeta nos introduce a su mundo: “Una rosa es una herida que no cesa”, “La muerte es un deseo / pospuesto en cada aliento”, “El mundo es diáfano y perfectible”. En otros momentos, destaca la búsqueda de una identidad a través del uso del plural: “Provenimos del fondo oscuro de todas las derrotas”, “Somos historia”, o bien: “Vivimos ateridos por el miedo”. Son poemas reflexivos que buscan el lector una suerte de complicidad, de consenso, pues privilegian el “nosotros” como un deseo comunicativo. La voz del poeta es clara y contundente. La segunda sección, en cambio, es mucho más introspectiva. Se asoma un “yo” más nítido, incluso confesional. El libro da un giro y nos muestra una faceta personal y sugerente. La “memoria del cuerpo” reclama un lugar en el decir poético. Pero este “yo” es un apenas un pretexto para alcanzar al prójimo. Una máscara para la evasión. El poeta lo dice explícitamente: “Me da por inventarme un nosotros”, pues busca un escape de sí mismo para “no regresar nunca, nunca Al necio vicio de ser yo mismo”.
La escritura de Gómez Carro tiene su propia voz, su propio tono, algunas veces reconocible. El más evidente es el uso del oxímoron que se anuncia en el título y en una de las secciones: Cercana lejanía / Lejana cercanía. El juego entre opuestos forman parten del repertorio tan singular de su apuesta literaria. Así, podemos encontrar otros ejemplos como “oscura transparencia”, “el presente perpetuo” o bien: “Toda salida es una entrada”. La sinestesia visual también son una marca de identidad. Luz y sombra se intercalan para iluminar o ensombrecer el paso de las reflexiones. Cercana lejanía es también un libro de imágenes, de paisajes sugerentes.
Es posible advertir una serie de recursos que el poeta explota a lo largo del libro, pero también ciertos recursos que nos hablan de sus inspiraciones y modelos literarios. En algunos poemas se advierte un engranaje retórico similar al que en su momento exploró Enrique González Rojo Arthur, quizá una herencia del “poeticismo” que se asoma en metáforas como “la cárcel de mi epidermis”, que bien podría pasar como un recurso de aquél. En este sentido, me parece muy significativo que sea el propio González Rojo Arthur quien presenta el libro en su “Antesala”, pues Cercana lejanía establece también un diálogo muy sutil con la poesía del maestro González Rojo.
Se trata de un poemario singular que compendia una labor de escritura que se ha gestado tras varios años de reflexión. La primera parte muestra una mirada impersonal de un observador agudo que registra los acontecimientos que van marcando su existencia. Los poemas que conforman la segunda sección, en cambio, suelen tener un tono confesional e introspectivo. Nos recuerdan aquella frase de Evgueni Evtushenko, según la cual, la autobiografía de un poeta son sus poemas. La poesía de Gómez Carro tiene estos matices, no se agota, sin embargo, en una primera lectura. He aquí una de las fortalezas de este libro.
***
Cercana lejanía
Poema infrarrealista
El arte no está en el arte
(a otro con ese hueso),
ni siquiera en la vida misma que es innombrable.
Es, quizá, lo que muere entre las manos,
en el inefable deshuesadero del tiempo.
El arte es el camuflaje del arte:
cuadros que simulan profundidad
películas que simulan hondura
en perspectiva.
Versos que simulan ser versos.
Y sí, cuando notamos eso,
que no deja de ser una manera de hablar,
una manera de darle vuelta a la hoja
mientras devoramos el bife,
es que divisamos el arte.
Lo que en verdad es el arte.
Y que es este instante vacío
de la horca en el cuello.
Es el asco que me viene muy del fondo
y me hace hablar y soñar que sueño.
Y es el pulular infinito de la gente,
inaprensible,
Es la piedra en el zapato que fastidia mi andar.
Es esa mujer hundida en su carne
para impedir que nadie más la toque.
Y veo que las cosas no son como las pienso.
En tanto, la realidad (tan parecida a la muerte) es esa boca
que nos devora día a día,
mientras miramos un arte que no es arte.
La plegaria
Todo árbol es una plegaria.
Recibe del cielo lo que pide:
Sol y agua.
Y ofrece, a cambio,
la sabia de su trabajo labrantío
convertido en fruto
y nel arrobo de su sombra.
En tanto, en las ramas,
los pájaros trinan loas a la vida.
Busco
Busco en las estrellas
extraviado
entrever el discreto jardín de la penumbra hendida
Negra soledad vaciada en el instante
Abro tu cuerpo para mirar el mundo
y sin embargo
las palabras crecen rodeadas de penumbra.
*Carlos Gómez Carro. Cercana lejanía, presentación de Enrique González Rojo Arthur. México: Autarca Ediciones, 2022.
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Carlos Gómez Carro (Ciudad de México, 1955). Profesor-investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana. Ha colaborado con algunas publicaciones periódicas como Langosta Literaria, Tema y Variaciones de Literatura, Casa del tiempo, Suplemento Cultural Arena, Nexos y La Jornada Semanal. Es autor de Elogios al oficio. 13 carteles de poesía (UAM, 2013), El preciado páramo de Rulfo (Cisnegro, 2018), Bestiarios. Silva de varia invención (UAM, 2021) y Los existenciarios (UAM, 2022).
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HIRAM BARRIOS (Ciudad de México, 1983). Escritor, traductor y crítico. Es autor de los libros de ensayo El monstruo y otras mariposas (UNAM-Naveluz, 2013) y Las otras vanguardias (UANL, 2016); de los títulos de aforismo Apócrifo (Ajenjo, 2014; 2ª ed., UNAM-Naveluz, 2018) y Artimañas (Lima, Perú: Quarks Ediciones Digitales, 2021); y de los compendios Lapidario. Antología del aforismo mexicano (FOEM, 2015; 2ª ed., 2020); y Aforistas mexicanos actuales (Sevilla, España: Apeadero de Aforistas, 2019). Traductor del italiano. Preparó las antologías de Eros Alesi: Voces paranoicas. Bitácora inédita (Cuadrivio, 2013) y Mamá Morfina. Poesía reunida (Laberinto, 2021). En coordinación con Donato Di Poce, editó los compendios Silenzi scritti. Aforismi. Antologia Bilingüe Italiano-Spagnolo (I Quaderni del Bardo, 2020), y Clandestini / Clandestinos (I Quaderni del Bardo, 2021), ambos publicados en Milán, Italia. Ha escrito prólogos para autores de ambos lados del Atlántico. Preparo la edición crítica Gotas tóxicas. Aforismos y minificciones de Sergio Golwarz (Cuadrivio, 2015; 2ª ed., 2021) y la antología poética Zarrapastra (Mapa de obra) (Guatemala: 400 Elefantes, 2021) de Andrés Cisnegro (pseudónimo de Andrés Cisneros de la Cruz). Incluido en antologías de México, España, Italia y Perú. Algunos de sus escritos se han traducido al inglés, al croata y al italiano. Forma parte de la Redacción de la revista-blog Zona di Disagio, en la que colabora con artículos y traducciones al italiano.
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