RESEÑA Punk y marxismo: La asamblea de los fantasmas de Aníbal Malaparte || Luis Enrique Lugo Norato


La asamblea de los fantasmas (Valparaíso, 2023) no es un poemario sino una bomba de relojería impresa en papel. Es grito contra la sociedad de la desigualdad, patada en los dientes contra los cuerpos represivos del Estado, deliberado insulto a todos aquellos que nos han convertido en el mero engranaje de una maquinaria que escupe dinero mientras excreta nuestros cuerpos y sueños rotos. Si buscas poesía distractora y empalagosa, esa de las frases cursis que te distraerán medio de la jornada de explotación este no es tu libro. No es poema kitsch de Elvira Sastre sino un coctel molotov donde lo mismo la revolución y la locura nos enseñan que no tienen miedo a vernos arder con tal de cumplir su propósito.
 
El libro se adentra en el territorio de lo prohibido. Destila rabia, orgullo y conciencia de clase al punto que no deja espacio para la vanidad ni la pretensión. Carece del autoengaño de las buenas conciencias de la academia burguesa que llaman revolucionario a cualquier acción excepto claro a lo realmente revolucionario (los he visto llegar al ridículo de decir que el reggaetón es anticolonial o que el terfismo es el nuevo leninismo). Es un libro punk que huela a spray, a grafiti en las paredes de una ciudad que aprisiona a sus habitantes mientras reclama unidad y oraciones. Cada verso es una bala de la guerrilla artística lanzada contra la industria cultural capitalista, cuando solo quedan las ruinas del fracaso de la incorrección política fascista y las ruinas de las promesas rotas del liberalismo.
 
En sí mismo el libro es ese ruido sucio y desordenado en la parte trasera de nuestra cabeza que fracasamos al ignorar, pero que siempre regresa, como los fantasmas del título. Reunidos los fantasmas levantan la sesión y debaten: a veces a puñetazos, en otras con una taza de té en la mano, son las traumáticas victorias y las amargas derrotas de un militante que se niega a rendirse. El poeta escribe desde la barricada, no disfrutando el aire acondicionado de Starbucks. Sus versos no nacen para satisfacer a los Octavio Paz de este mundo sino a los José Revueltas, fueron escritos no para la delicia de la pequeña burguesía sino para el proletariado exiliado, aquel cuyo único futuro se encuentra en vengar su pasado. La visceralidad de este libro es real, auténtica. Es lo que lo vuelve peligroso.
 
Ella está llamada
a gobernar las cenizas desde un trono de ruinas,
a ser la dama de los huesos quemados,
del napalm y el odio de clase,
la veo y atisbo el futuro
 
Esta visceralidad va de la mano con la insurrección, con sus recuerdos de diversas acciones de violencia política, Aníbal (quien en los círculos de izquierda es más recordado por su papel organizando a los combatientes callejeros comunistas que lucharon contra la policía, fascistas y anarquistas) comprende bien la lógica de las acciones de combate, es un veterano en liderar grupos de autodefensa y acción directa y luego lograr la retirada sin mayores pérdidas. Esta experiencia se ve perfectamente reflejada en su poesía.
 
En combate urbano contra los mastines del Estado;
hay dos tipos de miradas:
aquellas que invocan campos de fuego
rugiendo su rabia;
como tormentas de sangre,
y las invernales,
afilados ventisqueros
como navaja de afeitar
que, ante la batalla
sonríen.
 
Pero el autor también escribe desde la herida, desde ese pedazo de memoria que nunca deja de recordar lo que pudo haber sido, pero no fue. En La asamblea de los fantasmas la nostalgia por el ayer va de la mano con la piromanía. Es una mezcla brillante de rabia iconoclasta con una angustia nihilista que impide sanar. A todo esto, se suma una actitud profundamente revolucionaria: la idea que podemos mejorar sin participar en la brutalidad de la lucha de clases: el libro es un canto a la revolución sin idealizarla, sabe que será sucia, amarga, que en el mejor de los casos será un caos guiado pero que finalmente no será sino un reflejo de toda la violencia a la cual nos han sometido.
 
Es un poemario-collage, un Frankenstein posmoderno de emociones no resueltas y pensamientos sombríos. Es el desencanto de quien ya no lucha con la pasión que alguna vez tuvo, pero tercamente se niega a rendirse. Sin embargo, esto no significa ningún alejamiento de la técnica: la explosión de ideas y sensaciones es construida desde los recursos estilísticos de las viejas vanguardias europeas del periodo entreguerras, la influencia del expresionismo y del futurismo son tan elegantes como sombrías e impactantes.
 
Por momentos pareciese que el autor escribe desde un megáfono, amplificando los murmullos, pero al hacerlo lo hace no desde la moralina que presumen las izquierdas bien portadas que piden reforma sino desde las izquierdas que el régimen nunca pudo asimilar que lanzan su manifiesto político encapuchado con un arma en la mano.
 
Otros poemas son ensimismada introspección, el poeta se mira y lo hace sin piedad alguna consigo mismo, como hiriéndose a propósito esperando algo, no se si una respuesta diferente a la ha escuchado antes o simplemente una respuesta mejor que el silencio.
 
en el transitado desencuentro que aún ignoras,
ahí donde no puedes ocultar lo que eres
¿una vez que crees encontrarte a ti mismo
puedes mejorar tu complejidad imprescindible?
 
Esta alineación que lo destruye de adentro hacia afuera lo lleva a verse como un extraño, un excluido que no encaja que contradictoriamente y a la vez quiere continuar como un marginado al tiempo que anhela pertenecer, no se si el poeta lo logre, lo dudo, pero puedo comprender ese sentimiento.
 
Al final, mi mayor impresión se encuentra en su desesperanza sin tristeza, de ira que se sabe parte de un corazón latiente, del desafío explícito del libro es el de la reinvención de nuestros propios recuerdos, no para sobrevivir sino para rebelarnos ¿Cuál es la forma correcta de recordar? No mediante la promesa de que todo saldrá bien sino de que lo importante no es salir victoriosos sino en el no rendirse.
 
lo único que puedes responder
que la apuesta por el futuro
no puede ser sino revolucionaria
y que puedes ver tu vida
como el conjunto de derrotas que te han llevado
a este callejón sin salida
o la acumulación de experiencias
que te serán necesarias
para la batalla decisiva,
 
La asamblea de los fantasmas es el encabronado manifiesto de los tercos, de los rabiosos, de los miserables, los tristes leninistas y los enamorados nihilistas que ya no creen en nada, pero siguen luchando no porque tengan opciones sino porque carecen de ellas.
 
Alma apasionada y reflexiva, con un corazón que late al ritmo de la justicia y la belleza. La poesía es parte de su oxígeno; su espíritu, un crisol a la chispa del cambio. Ve en la revolución una oportunidad para arder con el deseo de libertad y transformación.

Luis Lugo
@kike_ogul
enrique.ogul@gmail.com

0 Comentarios