La
asamblea de los fantasmas
(Valparaíso, 2023) no es un poemario sino una bomba de relojería impresa en
papel. Es grito contra la sociedad de la desigualdad, patada en los dientes
contra los cuerpos represivos del Estado, deliberado insulto a todos aquellos
que nos han convertido en el mero engranaje de una maquinaria que escupe dinero
mientras excreta nuestros cuerpos y sueños rotos. Si buscas poesía distractora
y empalagosa, esa de las frases cursis que te distraerán medio de la jornada de
explotación este no es tu libro. No es poema kitsch de Elvira Sastre sino un
coctel molotov donde lo mismo la revolución y la locura nos enseñan que no
tienen miedo a vernos arder con tal de cumplir su propósito.
El libro se adentra en el territorio
de lo prohibido. Destila rabia, orgullo y conciencia de clase al punto que no
deja espacio para la vanidad ni la pretensión. Carece del autoengaño de las
buenas conciencias de la academia burguesa que llaman revolucionario a
cualquier acción excepto claro a lo realmente revolucionario (los he visto llegar
al ridículo de decir que el reggaetón es anticolonial o que el terfismo es el
nuevo leninismo). Es un libro punk que huela a spray, a grafiti en las paredes
de una ciudad que aprisiona a sus habitantes mientras reclama unidad y
oraciones. Cada verso es una bala de la guerrilla artística lanzada contra la
industria cultural capitalista, cuando solo quedan las ruinas del fracaso de la
incorrección política fascista y las ruinas de las promesas rotas del
liberalismo.
En sí mismo el libro es ese ruido
sucio y desordenado en la parte trasera de nuestra cabeza que fracasamos al
ignorar, pero que siempre regresa, como los fantasmas del título. Reunidos los
fantasmas levantan la sesión y debaten: a veces a puñetazos, en otras con una
taza de té en la mano, son las traumáticas victorias y las amargas derrotas de
un militante que se niega a rendirse. El poeta escribe desde la barricada, no
disfrutando el aire acondicionado de Starbucks. Sus versos no nacen para
satisfacer a los Octavio Paz de este mundo sino a los José Revueltas, fueron
escritos no para la delicia de la pequeña burguesía sino para el proletariado
exiliado, aquel cuyo único futuro se encuentra en vengar su pasado. La visceralidad de este libro es
real, auténtica. Es lo que lo vuelve peligroso.
Ella
está llamada
a
gobernar las cenizas desde un trono de ruinas,
a
ser la dama de los huesos quemados,
del
napalm y el odio de clase,
la
veo y atisbo el futuro
Esta visceralidad va de la mano con
la insurrección, con sus recuerdos de diversas acciones de violencia política,
Aníbal (quien en los círculos de izquierda es más recordado por su papel
organizando a los combatientes callejeros comunistas que lucharon contra la
policía, fascistas y anarquistas) comprende bien la lógica de las acciones de
combate, es un veterano en liderar grupos de autodefensa y acción directa y
luego lograr la retirada sin mayores pérdidas. Esta experiencia se ve
perfectamente reflejada en su poesía.
En
combate urbano contra los mastines del Estado;
hay
dos tipos de miradas:
aquellas
que invocan campos de fuego
rugiendo
su rabia;
como
tormentas de sangre,
y
las invernales,
afilados
ventisqueros
como
navaja de afeitar
que,
ante la batalla
sonríen.
Pero el autor también escribe desde
la herida, desde ese pedazo de memoria que nunca deja de recordar lo que pudo
haber sido, pero no fue. En La asamblea
de los fantasmas la nostalgia por el ayer va de la mano con la piromanía.
Es una mezcla brillante de rabia iconoclasta con una angustia nihilista que
impide sanar. A todo esto, se suma una actitud profundamente revolucionaria: la
idea que podemos mejorar sin participar en la brutalidad de la lucha de clases:
el libro es un canto a la revolución sin idealizarla, sabe que será sucia,
amarga, que en el mejor de los casos será un caos guiado pero que finalmente no
será sino un reflejo de toda la violencia a la cual nos han sometido.
Es un poemario-collage, un
Frankenstein posmoderno de emociones no resueltas y pensamientos sombríos. Es
el desencanto de quien ya no lucha con la pasión que alguna vez tuvo, pero
tercamente se niega a rendirse. Sin embargo, esto no significa ningún
alejamiento de la técnica: la explosión de ideas y sensaciones es construida
desde los recursos estilísticos de las viejas vanguardias europeas del periodo
entreguerras, la influencia del expresionismo y del futurismo son tan elegantes
como sombrías e impactantes.
Por momentos pareciese que el autor
escribe desde un megáfono, amplificando los murmullos, pero al hacerlo lo hace
no desde la moralina que presumen las izquierdas bien portadas que piden
reforma sino desde las izquierdas que el régimen nunca pudo asimilar que lanzan
su manifiesto político encapuchado con un arma en la mano.
Otros poemas son ensimismada
introspección, el poeta se mira y lo hace sin piedad alguna consigo mismo, como
hiriéndose a propósito esperando algo, no se si una respuesta diferente a la ha
escuchado antes o simplemente una respuesta mejor que el silencio.
en
el transitado desencuentro que aún ignoras,
ahí
donde no puedes ocultar lo que eres
¿una
vez que crees encontrarte a ti mismo
puedes
mejorar tu complejidad imprescindible?
Esta alineación que lo destruye de
adentro hacia afuera lo lleva a verse como un extraño, un excluido que no
encaja que contradictoriamente y a la vez quiere continuar como un marginado al
tiempo que anhela pertenecer, no se si el poeta lo logre, lo dudo, pero puedo
comprender ese sentimiento.
Al final, mi mayor impresión se
encuentra en su desesperanza sin tristeza, de ira que se sabe parte de un
corazón latiente, del desafío explícito del libro es el de la reinvención de
nuestros propios recuerdos, no para sobrevivir sino para rebelarnos ¿Cuál es la
forma correcta de recordar? No mediante la promesa de que todo saldrá bien sino
de que lo importante no es salir victoriosos sino en el no rendirse.
lo
único que puedes responder
que
la apuesta por el futuro
no
puede ser sino revolucionaria
y
que puedes ver tu vida
como
el conjunto de derrotas que te han llevado
a
este callejón sin salida
o
la acumulación de experiencias
que
te serán necesarias
para
la batalla decisiva,
La asamblea de los fantasmas es el
encabronado manifiesto de los tercos, de los rabiosos, de los miserables, los
tristes leninistas y los enamorados nihilistas que ya no creen en nada, pero
siguen luchando no porque tengan opciones sino porque carecen de ellas.
Alma apasionada y reflexiva, con
un corazón que late al ritmo de la justicia y la belleza. La poesía es parte de
su oxígeno; su espíritu, un crisol a la chispa del cambio. Ve en la revolución
una oportunidad para arder con el deseo de libertad y transformación.
Luis Lugo
@kike_ogul
enrique.ogul@gmail.com
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