POESÍA Arena seca | Mariena Padilla


YO, QUIZÁ IRITH

Variación del poema “La Mujer de Lot”,
de Wislawa Szymborska

Tal vez fue curioso mirar hacia atrás
y al mismo tiempo pensar en otras cosas:
en la tristeza de dejar nuestras miradas dormidas en el espejo de plata
o por diversión querer desamarrar las sandalias
y así desesperar a Lot         mi marido siempre justo

Cuando la serpiente cristalina me dijo que no me detuviera
quise aprender a desobedecer      yo       la sumisa
sabiendo que me seguía la noche
y en el pedregoso camino
pacientes me arañaban los animales del desierto

Entendí por fin que no había dios que me ayudara en la huida
Extraviadas en la lejanía mis hijas
supe del abandono irrevocable
Cuál sería el futuro de la memoria
si con cada paso el suelo se volvía antiguo
La vida estaba ahí tan cercana y ajena
bullendo exuberante y yo con miedo

Si siempre estuve sola        qué sería diferente –me dije–
Ahora que me hacían escapar avergonzada
como culpable de algo
desear mi regreso era una herejía contra mí misma
Fue entonces que el viento aflojó mi túnica
que cayó sin titubeos

Ya sin vestido me sentí redimida
no me importó la desnudez frente a los muros:
mis senos besaron el viento
mis cabellos libres se enredaron en la luz de la tarde

Reí y la risa reverberó en el desierto
como un oasis repentino
Mi liberación fue súbitamente divertida
el ayer, quimera resuelta
La discrepancia me templó un tatuaje en las rodillas
y no hubo razón para mantener la pesadumbre

Cuando desaparecí el atrás
fue que mis pies tropezaron en el negro umbral del páramo
se confundieron en las hendiduras de la arena seca
y en la orilla de la ciudad me encontré mirando otra vez
hacia sus puertas
Sus luces me tendían trampas
giré traspasando arroyos malolientes y árboles adversos
caí oscuramente con la cara al cielo
Vi llegar la lava y me supe muerta
tratando de salvarme me incorporé con un leve trastabilleo
como paso de baile en la noche iluminada

Abiertos sin fe los ojos al fuego sostenido
sentí la nube escarlata llegar al borde de mi hombro
Entre el humo nauseabundo levanté el rostro
en ese momento ya no había para mí
más que la sal del mar consumiendo mi cuerpo.


HIJAS DE UN HOMBRE JUSTO

Crecimos en las colinas de Sodoma y Gomorra
llanuras con olor a mar      antes de la lluvia de azufre
Madre y nosotras     innombradas
Sólo de Lot queda, naturalmente, el registro masculino

Una noche    él nos ofreció vírgenes a la plebe:
era un hombre justo escogido por dios
Luego magnánimo nos conminó a irnos

En la huida impuesta
leves en nuestros pies descalzos
íbamos delante       
La juventud fue la culpable
y no nos dimos cuenta de que madre faltaba
hasta llegar a una caverna sofocante y oscura
guarida del incesto
Fuimos nosotras      según la tradición siempre contada por varones
quienes embriagamos a padre                 
el sin culpa y único que tiene nombre en esta historia
Así, de pecaminosos vientres femeninos
dos tribus nacieron
repoblando aquel mundo en mala hora
para gloria de un dios inmisericorde.


MARIENA PADILLA (Monterrey, N.L., México). Cuenta con licenciatura y maestría en matemáticas, área en la que trabajó en la UANL hasta su jubilación. Después de ello incursionó en la literatura, a finales de 2012. Ha participado en talleres de escritura creativa con Ana Romero, Eduardo Zambrano, Dulce María González, Carolina Olguín, Luis Aguilar, Patricia Laurent Kullick entre otros, y en diversas lecturas literarias. En 2014 escritos de su autoría aparecieron en la Memoria del IV encuentro de Escritores Marcianos. En 2015 participó en el Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes y en su antología Poesía en Rojo. Participó en Feipol 2016. Otras publicaciones: Plaquettes de la UMM, Papeles de la Mancuspia, en revistas en línea (Factum, Gealittera), y en revista Pluma Libre.


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