ESCAFANDRA Entre dioses andamos | Blanca Vázquez


En el fondo son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida.
Karl Wilhelm Von Humboldt

Cada uno de nosotros nos creamos una representación mental de nuestro cuerpo, gracias a las sensaciones y a la relación espacio temporal que tenemos de esta superficie corporal. Algunos objetos pasan a formar parte de esta proyección identitaria. Hoy, como en la antigüedad, la ropa pasa a dar una imagen de ese cuerpo aunque no sea lo que se es.
El cuerpo crea extensiones aun cuando parte de él se desprende (la voz, el respiro, el aliento, el olor, las excreciones) y es que la imagen corporal es un fenómeno social, es un todo que cuenta con emociones, pensamientos o tendencias. Pero este cuerpo no representa nada sino contamos con las imágenes que los otros producen de nosotros y nosotras, aun nuestras relaciones públicas no son posibles sin los otros. Un cuerpo es siempre la expresión de un yo y de una personalidad, y está dentro de una sociedad compleja que cuenta con diversos patrones, estigmas, formularios o modos de vida a los que muchas veces esos cuerpos se ven sometidos. Carlos Fuentes[1] en su cuento “Chac Mool” logra un desdoblamiento identitario del Dios, él quiere lo que todos anhelamos: formar parte de este todo que llamamos sociedad.

“Allí estaba Chac Mool, erguido, sonriente, ocre, con su barriga encarnada. Me paralizaron los dos ojillos casi bizcos, muy pegados al caballete de la nariz triangular. Los dientes inferiores mordían el labio superior, inmóviles; sólo el brillo del casuelón cuadrado sobre la cabeza anormalmente voluminosa, delataba vida. Chac Mool avanzó hacia mi cama; entonces empezó a llover.”

La identidad nos ayuda a responder ¿Quién soy yo? Erick Fromm[2] comenta que la identidad es una necesidad afectiva ("sentimiento"), cognitiva ("conciencia de sí mismo y del otro como personas diferentes") y activa (el ser humano tiene que "tomar decisiones" haciendo uso de su libertad y voluntad). Desde que nacemos vamos moldeando ese sello característico y personal, sin duda el contexto en el que nos desenvolvemos va fortaleciendo ese proceso identitario al que todos y todas nos enfrentamos conformando un Nosotros; y desafortunadamente ese nosotros muchas veces se convierte en un Ellos. (Inclusión – Aceptación- Exclusión). El prejuicio social presente. Y eso lo que podemos observar en el cuento de Fuentes, ese Dios mayense huye del mercado de pulgas y se instala en el hogar de quien lo ha venerado.
Maslow[3] nos dice que la necesidad de afiliación es una necesidad básica, por eso nos agrupamos, nos cohesionamos, pero cuando otras identidades distintas a las de nosotros nos ven o nos perciben nos excluyen dejándonos de lado; sin pensar que ellos no son si no existimos. El poder afianzar nuestra identidad es entonces un trabajo dual, encontrar un sentimiento interno, personal que me identifique y una proyección que me cohesione con el mundo en el que vivo. Ello proveerá de una autorrealización y por ende de trascendencia individual y colectiva.

“Chac Mool estaba rompiendo las lámparas, los muebles; al verme, saltó hacia la puerta con las manos arañadas, y apenas pude cerrar e irme a esconder al baño. Luego bajó, jadeante, y pidió agua; todo el día tiene corriendo los grifos, no queda un centímetro seco en la casa. Tengo que dormir muy abrigado, y le he pedido que no empape más la sala.”

Theodor Adorno[4] mencionaba que el arte extrae su concepto de las cambiantes zonas históricas, entonces las relaciones públicas se producen (al igual que la identidad) por el contacto social y por los momentos históricos a los que se ven expuestas, y son esas manifestaciones artísticas las que nos permiten leer el momento social producto de un ser humano. Todos se hacen cargo de su rol social (o debieran hacerse cargo) y transmite a los otros su proceso de identidad, la imaginería infinita que recoge las influencias particulares, sus experiencias, vivencias y contextos socioculturales, que otorgarán a la obra un sello distintivo, y si lo pensamos en la cotidianidad sucede de igual manera.

“Si no llueve pronto, el Chac Mool va a convertirse otra vez en piedra. He notado sus dificultades recientes para moverse; a veces se reclina durante horas, paralizado, contra la pared y parece ser, de nuevo, un ídolo inerme, por más dios de la tempestad y el trueno que se le considere. Pero estos reposos sólo le dan nuevas fuerzas para vejarme, arañarme como si pudiese arrancar algún líquido de mi carne. Ya no tienen lugar aquellos intermedios amables durante los cuales relataba viejos cuentos; creo notar en él una especie de resentimiento concentrado. Ha habido otros indicios que me han puesto a pensar: los vinos de mi bodega se están acabando; Chac Mool acaricia la seda de la bata; quiere que traiga una criada a la casa, me ha hecho enseñarle a usar jabón y lociones. Incluso hay algo viejo en su cara que antes parecía eterna. Aquí puede estar mi salvación: si el Chac cae en tentaciones, si se humaniza, posiblemente todos sus siglos de vida se acumulen en un instante y caiga fulminado por el poder aplazado del tiempo. Pero también me pongo a pensar en algo terrible: el Chac no querrá que yo asista a su derrumbe, no querrá un testigo…, es posible que desee matarme.”

Sin embargo, es difícil tratar de concebir una identidad en contextos extensos, ya que muchas veces esos ellos de los que hablábamos anteriormente se aíslan en guettos que los excluye de los otros, y esos otros a su vez, se excluyen entre sí. Luis Villoro nos habla en su libro Estado plural, pluralidad de culturas que la identidad cultural es “…una representación intersubjetiva, compartida por una mayoría de los miembros de un pueblo, que constituirían un sí mismo colectivo”. Y menciona que los individuos están sumergidos en una realidad social, y que su desarrollo personal no puede disociarse del intercambio con ella, ya que su personalidad se va forjando en su participación, en la creencia, actitud o conducta de los grupos a los que pertenece. Esa realidad colectiva consiste en un modo de sentir, comprender y actuar en el mundo y en formas de vida compartidas, que se expresan en instituciones, comportamientos regulados; es decir en cultura. El problema de identidad de los grupos sociales remite a su cultura.
En el espacio urbano nos encontramos con dos componentes básicos la calle y la plaza. La plaza es el primer establecimiento humano de espacios urbanos, ahí se convive, se encuentra con los otros, las otras, se distinguen o perciben las identidades, se incluye o se excluye. En la calle se distribuyen los terrenos y sus asentamientos humanos, debido a su estrechura se crea un ambiente de tránsito y celeridad. Como la calle es un espacio de circulación brinda la oportunidad de ver, oler, tocar, degustar lo que en su espacio confluye. Un gran laboratorio para el reconocimiento identitario.

“Antes de que pudiera introducir la llave en la cerradura, la puerta se abrió. Apareció un indio amarillo, en bata de casa, con bufanda. Su aspecto no podía ser más repulsivo; despedía un olor a loción barata, quería cubrir las arrugas con la cara polveada; tenía la boca embarrada de lápiz labial mal aplicado, y el pelo daba la impresión de estar teñido.”

Sé que mucho se habla de las relaciones humanas y de ahí derivamos lo público de nuestras relaciones, porque éstas tienen el interés de fomentar entre los individuos vínculos agradables, al interior de códigos y normas compartidas en un grupo social (llamémosle empresa, institución pública o privada). El cuerpo es el lugar de la identidad y el espacio urbano lo moldea y lo constituye; hay una movilidad porque ambos elementos no son permanentes, van adaptándose a las consecuencias políticas de las prácticas humanas resultando más compleja la uniformidad de éste. Pero si un dios como Chac Mool se trastorna, ¿se imaginan lo que a ustedes y a mi pudiera sucedernos?

Para leer
Fuentes, Carlos. "Chac Mool".  http://ciudadseva.com/texto/chac-mool/

Itasavi1@hotmail.com


[1] Carlos Fuentes, escritor mexicano. La región más transparente, Agua quemada o La muerte de Artemio Cruz son algunas de sus obras.
[2] Erick Fromm, filósofo y psicólogo social alemán. Recomendable leer ¿Tener o ser?, El arte de amar o El miedo a la libertad.
[3] Abraham Maslow, psicólogo norteamericano quien expone que existen unas necesidades humanas que cada uno de nosotros anhela satisfacer.
[4] Theodor Adorno, filósofo alemán que escribió sobre varias áreas, entre ellas la sociología, comunicología, psicología y la musicología. Recomendamos La Teoría estética.

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