Fotografía de El país |
Este año se cumplieron diez del cese definitivo de la actividad armada de Euskadi Ta Askatasuna (ETA), organización terrorista nacionalista vasca que protagoniza la película que lleva por título el nombre de una de las víctimas cuya historia sacude a quien la vea, a pesar de lo difícil que parece resultar proyectarla en un cine.
El día de muertos vi la película Maixabel: dirigida por Icíar Bollaín, con Blanca Portillo y Luis Tosar encarnando a Maixabel y al etarra, respectivamente. Estamos ante la historia de un asesinato sobre el que trata de resolver preguntas que siguen pendientes la viuda del político vasco asesinado por ETA, Juan María Jáuregui, y una de las primeras víctimas en acceder a entrevistarse con los asesinos de su marido en la cárcel. Por qué nos costó tanto encontrar un lugar donde ver la película pocas semanas después de su estreno, qué diferente trato ha recibido respecto a Patria, por ejemplo, de Fernando Aramburu, o qué crítica despierta en el mutismo de las redes son otros interrogantes paralelos al conflicto vasco.
Una docena de personas nos metíamos de lleno en la historia al ver a Portillo decirlo todo sin abrir la boca, frente al espejo, delante de escoltas que eran cuerpos con vida de la que a ella le quitaron; como a tantas otras. De algún modo, quienes estábamos teníamos reciente todo aquello: el miedo, las noticias, los prejuicios. No podíamos dejar de hablar del tema al salir y coger el coche entre restaurantes cerrados. Al preguntar en el trabajo, alguien la había visto, pero en general el alumnado no tenía idea de qué era Maixabel: he ahí una actividad pertinente ahora mismo en el aula.
Un rastreo nos lleva a la crítica de Juan Pando en Fotogramas o Gregorio Belinchón en El País a propósito de su éxito en los Premios Forqué; todas, favorables, elogian el trabajo que encabeza Bollaín. En Twitter, Miquel Ramos recuerda la que se lio con La pelota vasca, la piel contra la piedra. Han pasado casi veinte años de aquel estreno. Veremos qué ocurre en los Goya y cómo se toma el público una cinta que no todos los medios han destacado como merece.
Si a mediados de noviembre, con 469.374 espectadores (la tercera película española más taquillera de 2021), quieres verla desde Playa Flamenca, por ejemplo, solo Alicante o Murcia son ciudades en las que se ofrece una sesión nocturna. En caso de querer hacerlo en el norte: Vizcaya, Logroño, Irún o Donostia son las opciones, donde esta última es la única con sesión vespertina.
Esperemos que no tenga problemas para encabezar las plataformas digitales como las que muestran el documental Eta, el final del silencio (Movistar), pues plantea un debate que sigue abierto; más ahora que la violencia se vuelve a imponer a la hora de querer defender una ideología.
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