RESEÑA Discernimiento sobre la poesía de la locura o una locura poética || Julio César Aguilar

Dos términos estrechamente entrelazados a lo largo de la extensa historia de la humanidad son la poesía y la locura. Ya los filósofos de la antigüedad reflexionaban sobre la locura divina de la poesía, cuando por ejemplo en Fedro Platón se refería al poeta como un poseído por las Musas; pero esa posesión, además, hacía alusión a la manía, siendo esta una manifestación de enloquecimiento. Por su parte, Aristóteles polemizaba sobre el temperamento melancólico que solían poseer hombres admirables en diversas disciplinas; y ya bien se sabe, la melancolía sugiere al trastorno depresivo mayor, uno de los diagnósticos psiquiátricos más comunes en la actualidad. El clérigo y erudito inglés Robert Burton escribió en su libro Anatomía de la melancolía, publicado en 1621, que “todos los poetas están locos”. Cabe entonces recordar la gran cantidad de poetas que de alguna forma u otra han sufrido de trastornos mentales y se han suicidado, pasando por Cesare Pavese hasta Ángel Escobar, por nombrar a algunos.
 
Así, un libro imprescindible en nuestros días que nueva y magistralmente reúne la poesía con la locura es el titulado Diccionario poético de la psiquiatría de la autoría de Luis M. Iruela y Luis Cruz-Villalobos, publicado en 2024 por las editoriales HEBEL y Cross-Cultural Communications. Dicho volumen bilingüe, editado originalmente en español el año pasado, cuenta ahora con las estupendas traducciones al inglés de Mark McGraw, y un prólogo de la Dra. Julia Picazo Zappino, un epílogo del Dr. José Brissos-Lino, así como un Anexo “Sobre las emociones primarias”, dedicado In memoriam a Robert Plutchik (1927-2006), además, finalmente, de un posludio en el que se reproduce la letra de la canción “Locuras” del cantautor cubano Silvio Rodríguez. De los textos que apuntan a las emociones primarias, sobresale el titulado “Alegría”:
 
Saciedad del deseo,
encuentro y fusión
con aquello que palpita
como urgentemente necesario
y que luego quiere multiplicarse,
expandirse ad infinitum.
 
Magníficos conocedores del tema debido a su desempeño profesional en la salud mental, Iruela como médico psiquiatra y Cruz-Villalobos como psicoterapeuta, poetas ambos con una amplia trayectoria, realizan en este libro de poesía un vasto compendio de las principales afecciones psiquiátricas (tales como la ansiedad, el ataque de pánico, la depresión, la esquizofrenia, entre otras), de semiología psiquiátrica, es decir de los síntomas y signos de las enfermedades mentales (alucinación, desesperanza, insomnio, euforia, obsesión, entre otros). Sin embargo, entre las más de doscientas páginas de dicha obra, también se incluyen los poemas que de modo directo y específico se relacionan con la psiquiatría, es decir, con su terminología científica y con los procesos fisiológicos y bioquímicos del cerebro, por lo que el lector encontrará aquellos textos que aluden a la comorbilidad, a los neurotransmisores, a las adicciones y a ciertos mecanismos de defensa. Por consiguiente, este diccionario poético se compone de textos en su mayoría breves, en orden alfabético, que procuran definir poéticamente un término utilizado en la ya mencionada especialidad médica. De tal manera que el primer poema con el que comienza el libro es el titulado “Abulia”, y “Trauma” con el que se concluye. De los más de cien poemas que conforman el libro, aproximadamente la mitad fueron escritos por Luis M. Iruela y los otros por Luis Cruz-Villalobos. Es así como en la página 97 se encuentra, por ejemplo, el poema que se titula “Depresión”:
 
En el pecho
el vacío del amor,
la ausencia hecha sombra
que todo quiere abarcarlo,
la pérdida concreta o abstracta
que se enquista
y llena todo de dolor,
a tal punto,
que incluso la vida misma
pesa insoportable
y la muerte puede llegar a verse
como deseada puerta.
 
El dolor causado por la depresión no sólo es emocional, sino que también puede ser físico. Es debido a esa dolencia intolerable, principalmente, que muchos enfermos deprimidos se suicidan, ya que su existencia se torna en extremo lamentable al perderse toda esperanza de sobrellevar ese lastre vivencial, y el último recurso al que se aferra el paciente para mitigar su sufrimiento es la autoeliminación. De este modo, recomendado principalmente a los lectores que deseen adentrarse a los fascinantes temas de la salud mental y los vericuetos de la mente desde una perspectiva poética, como bien pueden ser los psicólogos, psicoterapeutas, arteterapeutas, psiquiatras, médicos en general y desde luego poetas, el Diccionario poético de la psiquiatría es una espléndida colección de poesía que logra en efecto transmitir la experiencia de los trastornos mentales. Pero puesto que, tal y como lo reza el dicho, “de músico, poeta y loco, todos tenemos un poco”, por lo tanto, se infiere que es este un libro fundamental que todos debemos leer.


JULIO CÉSAR AGUILAR (Ciudad Guzmán, Jalisco, México). Es poeta, ensayista y traductor. Cursó la carrera de Medicina en la Universidad de Guadalajara, una maestría en Artes en Español en la Universidad de Texas en San Antonio y un doctorado en Estudios Hispánicos en la Universidad de Texas A&M. Actualmente es profesor en Baylor University. Es autor de las siguientes colecciones de poesía: Rescoldos, 1995; Brevesencias, 1996; El desierto del mundo, 1998; El patio de la bugambilia, 1998; Orilla de la madrugada, 1999; Misterios iluminados, 2001; La consigna y el milagro, 2003; Una vez un hombre, 2004; Transparencia de lo invisible,  2006; El yo inmerso, 2007; Barcelona y otros lamentos, 2008; Alucinacimiento, 2009; Aleteo entre los trinos, 2014; Destellos de Zapotlán y otras penumbras, 2019; Alborozo, 2020, y Donde no falta nada, 2021, entre otros títulos.

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