Lo
acepto. Me da por acostarme con cuanta mujer me insinúa ser una fiera flotante
en la cama, sólo para cotejar si nuestros cuerpos encajan debidamente al
momento de copular. Eso sí, en los espacios académicos soy un hombre pulcro y
decente. Pongo mi cara de hombre-lechuza capaz de amargarle la noche a cualquier
mujer con planes irrevocables de encajar sus uñas en mi espina dorsal. Por eso,
cuando Camila se asomó en mi laboratorio con su insultante sonrisa, le hablé de
usted para marcar distancia de una buena vez. Muy a pesar de mi esfuerzo, Camila
me hizo saber el fluir insolente de su sangre sin el mínimo recato.
Dejó
su bata sobre un anaquel y acercándose a mi escritorio murmuró con insidiosa
claridad: ¿Quieres apretar mis cosas bellas?
Algo
que podría llamarse sensatez hizo ponerme de pie al berrido, “Camila, no hago
eso, no le quiero faltar al respeto”.
—Pero
es viernes y traigo muchas ganas de que me faltes al respeto, respondió la
diabla.
Le
ordené detenerse de inmediato.
—
¡Bah!, ¿te quieres hacer el indispuesto?
No,
no era pregunta, en su libertina voz identifiqué el acento inconfundible de una
mujer desafiada por alguna razón gratificante.
Vi
asomarse aquel apetito soberbio desde sus ojos, un apetito imposible de amordazar
con una charla amistosa de estadística, que suele funcionar en mi universidad.
—Creo
que tu ética profesional te afecta demasiado. Relájate, nadie se asoma a estas
horas de la tarde; además, las cámaras instaladas en este laboratorio no
funcionan. Conozco bien estos edificios. Llevo tres años aquí.
Sus
palabras no sólo estaban en su boca sino en sus ojos y movimientos también. En
cualquier caso, caí en la cuenta de que yo era propenso a caer en su diversión
siniestra.
Camila
emparejó la puerta y regresó con una agilidad felina hasta donde yo sostenía aún
el matraz con 10 mililitros de agua destilada.
Miró
reprobablemente mi camisa abotonada y sin más, ella colocó las cosas dónde
debían estar.
—
¿Estás segura de que las cámaras no funcionan? Pregunté al advertir mi
situación irremediable.
Yo
estaba preocupado ¿y cómo no lo iba estar? Pensé en el tiempo invertido para
acreditar las pruebas y realizar los trámites necesarios para la estancia de
investigación y una imprudencia en la primera semana podía arruinar mis
esfuerzos, tal vez la cancelación de la visa o quizás una amonestación severa
por falta a la moral. No obstante, las palabras dóciles de Camila derribaron
mis preocupaciones de raíz y toda comisura ética de mis adentros.
—¡Lo
que me figuraba!, haces abdominales. Murmuró al retirar mi cinturón café. Tomé
aire y delegué las labores subsecuentes a mis manos wilas, siempre generosas y
colaborativas en tales empresas.
Su
respiración agitada me indicó que el sostén debía volar por los aires en el
mismo instante. A estas alturas me importaba una zarandaja si las autoridades de
aquel país me deportaban esa misma tarde a México.
Rocé
sus pezones con mi lengua arrancándole un pequeño alarido mientras se erguía.
—
¡Mételo ya! Exclamó Camila aferrando mi pulsante vida con sus alargados dedos. Claro
que me rehusé a obedecer sus órdenes. Yo seguí el estricto orden de las cosas
sin precipitar nada en absoluto. Fue mucho después cuando me dejé caer sobre
ella y me hundí dócilmente hasta que ella abrió su boca como un pez. Ahí
permanecí inmóvil por unos segundos. Camila me afianzó con sus piernas y detuvo
sus ojos sonrientes a la altura de mi boca como buscando una palabra tierna, mas
en ese instante ninguna frase ridícula atravesó mi mente, pero opté empujarme
más y luego iniciar aquella rítmica faena hasta concluir como si el desenfreno
en realidad existiera.
Tomé
aire, nivelé los ánimos y caminé al escritorio vecino. Agarré el matraz con 10
mililitros de agua destilada y el sensor de Ph, luego continué mi actividad
prevista para esa tarde como si fuera posible dominar el impulso desencadenado
por una mujer cuyo nombre termina con “a”.
▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁▁
PABLO
ANTÚNEZ. Poeta y narrador. Premio estatal de poesía “Beatriz Quiñonez”,
Durango, 2013. Ha escrito Fuera de
cualquier paraíso habitual (libro de poesía), Amárrate a una escoba y alcanza el cielo (libro de poesía), Lecciones del cuervo y otros cuentos
(libro de narrativa), El amor es una
bestia sin huesos (libro de poesía), Mi
casa se ha vuelto ave (libro de poesía) y Dramas en yo sostenido para una libertina (Separata de La Colmena).
0 Comentarios
Recordamos a nuestros lectores que todo mensaje de crítica, opinión o cuestionamiento sobre notas publicadas en la revista, debe estar firmado e identificado con su nombre completo, correo electrónico o enlace a redes sociales. NO PERMITIMOS MENSAJES ANÓNIMOS. ¡Queremos saber quién eres! Todos los comentarios se moderan y luego se publican. Gracias.